- 14 de julio de 2020

Jujuy enfrenta un obstáculo enorme para su desarrollo, debido a la millonaria deuda impagable que adquirió este gobierno.
Después de que algunos sectores alentados por el propio
gobierno, consideraran a Jujuy un ejemplo en política de control sanitario (lo
que era un espejismo, que oportunamente denunciamos), la llamada “ruta de la
coca”, ligada al tráfico ilegal, trajo “el bicho” a nuestro pueblo, de la mano
de la comitiva oficial del COE y el gobernador Gerardo Morales.
La explosión sanitaria que hoy atravesamos, luego de un
claro giro pro-empresarial de la politica oficial, priorizando el negocio de
sus socios a costa de la salud pública, abrió la segunda etapa de una profunda
crisis que ya se manifiesta en todos los sectores de “la primera línea” de
combate al Covid19, y se extiende a otras áreas, como la del transporte, hecho
ya advertido ante el COE por parte de nuestra Central hace más de quince días,
pero nuestro reclamo fue ignorado, como sucedió con los de la mayoría de los
sectores populares.
Actualmente, en la provincia de Jujuy, el personal de la
salud muestra un justificado miedo ante la desprotección a la que el gobierno
somete al sector: día a día, compañeros y compañeras nos dicen que están
desbordados, y a la vista están las cifras de cómo los contagios provinciales
son superiores a la media nacional en ese aspecto, al igual que crecen los
casos (y empiezan a lamentarse las pérdidas) entre el personal de seguridad.
En este contexto, Jujuy enfrenta un obstáculo enorme para su
desarrollo, debido a la millonaria deuda impagable que adquirió este gobierno.
El abismo económico nos mira a los ojos, y Gerardo Morales no puede dar ni
siquiera mínimas explicaciones claras de cómo invirtió (o fugó) todos los
fondos públicos recibidos durante los últimos años, porque claramente, no se
ven reflejados en salarios, salud, infraestructura o educación. Más allá de los
fantásticos megaproyectos promocionados con bombos y platillos, lo real es que
Jujuy arrastra una deuda de 920 millones de dólares, que equivalen, a alrededor
de 100.000 millones de pesos: una suma inalcanzable para nuestro PBG con la
actual matriz productiva.
El hambre creciente, en los barrios y las capas medias
endeudadas, profundiza la grave crisis social, de género y de nuestros pueblos
originarios, que siguen poniendo la sangre para traccionar los engranajes de
una maquinaria que funciona, claramente, a contramano de los Derechos Humanos
básicos que siguen insatisfechos: en Jujuy, la opresión no se toma cuarentena,
y eso queda más que claro si se analiza el creciente índice de casos en “la
industria grande” local: la minería y el complejo del azúcar continúan
funcionando con normalidad, a pesar de los reiterados reclamos y denuncias de
casos positivos de sus trabajadores y entidades gremiales.
Así mismo, siguen siendo las organizaciones sociales,
nucleadas en las actividades del COPES a las que adhiere la CTA Autónoma de
Jujuy, las que muestran un camino posible, dejando a la vista el enorme valor
que posee lo comunitario como sostén de la salud pública y la contención
social.
Ante las crisis profundas como las que estamos viviendo, la
historia nos deja una única y clara enseñanza: sólo lo colectivo nos salva. No
hay posibilidad de superación de las problemáticas actuales, si se abordan los
conflictos desde una matriz ideológica autoritaria, excluyente y que pone las
responsabilidades individuales al timón de las necesidades sociales. Esos
enfoques liberales, encubiertos en falsos discursos que enmascaran la realidad,
no pueden ocultar el sol tras un dedo: aunque pasaron más de 110 días
mintiendonos a diario por cadena provincial, el fracaso de sus políticas es
innegable.
El Gobierno de la provincia hoy enfrenta un callejón sin
salida, y nos conduce a un fracaso seguro, de seguir por esta vía. Sin afrontar
los errores cometidos, haciendo una profunda autocrítica de lo actuado por el
COE hasta el momento y apuntalando hacia la responsabilidad social y el
compromiso colectivo, y si no se toman decisiones políticas en favor de las
grandes mayorías, estarán dejando el futuro de la provincia, y de nuestras
vidas, en manos de la suerte.
Mientras la salud mental comunitaria se sostiene como puede,
las entidades gremiales, las organizaciones sociales, colectivos de militancia,
ONG, etc. seguimos preparándonos para lo que vendrá, porque ante la falta de
cumplimiento de lo prometido, por abajo el fuego crece, y es el objetivo de
esta Central afianzar la unidad en la acción y proponer programas generales que
unifiquen a los sectores populares, para que no sea el pueblo quien siga
pagando esta crisis. Así lo hicimos nacionalmente, con el Manifiesto del 1* de
Mayo presentado ante presidencia, y la campaña nacional de la CTA-A:
“Distribuir la riqueza para salir de la crisis”.
En Jujuy, la única forma de que no seamos los sectores
populares, otra vez, sobre quienes recaiga todo el peso de esta crisis, urge
tocar los intereses de las grandes empresas y terratenientes, mediante
legislaciones tributarias especiales focalizadas en esos sectores, para urgentemente
volcar esos recursos a la lucha contra la pandemia. Así es posible vislumbrar
salidas al abismo que enfrentamos, porque como lo demuestra la historia jujeña,
sólo el pueblo, a través de sus organizaciones libres, salva al pueblo.
CTA Autónoma Jujuy
Matías Brizuela
(Secretario General)
Sergio Juárez
(Secretario Adjunto)
Victor Aramayo
(Secretario Adjunto)
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