- 02 de enero de 2019

Los mandatarios se encontrarán en dos semanas en Brasilia. Analizarán la integración bilateral, la arquitectura del bloque regional, el acuerdo con la Unión Europea y la estabilidad de Nicolás Maduro
Mauricio Macri y Jair Bolsonaro se encontrarán en Brasilia
para acordar una agenda de trabajo que implica rediseñar el Mercosur y
encontrar una estrategia común para abordar la crisis institucional en
Venezuela. Macri y Bolsonaro comparten haber derrotado al modelo populista en
Argentina y Brasil, pero también tienen profundas diferencias sobre el cambio
climático, el papel de la religión en los asuntos de estado, la relación
bilateral con China, la política de igualdad de género y la manera de resolver
la crisis inmigratoria. En este contexto, Macri llegará a Brasil con un
complejo desafío geopolítico: evitar que Bolsonaro ponga en peligro al
equilibrio regional, como Donald Trump hizo cuando llegó a la Casa Blanca. No
será tarea fácil: "USA está con usted", escribió Trump en su afilada
cuenta de Twitter.
Macri debe a Trump el éxito del G20 y las negociaciones con
el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero el presidente argentino logró una
valorable equidistancia con la agresiva agenda de la Casa Blanca. Macri mantuvo
su posición sobre el acuerdo del Cambio Climático, preservó la relación
bilateral con China y rechazó la invasión a Caracas como método político para
terminar con el régimen de Nicolás Maduro. Trump piensa exactamente al revés, y
aún no había encontrado un socio regional de peso para ajustar cuentas con
Emmanuel Macron, Xi Jinping y Maduro.
La asunción de Bolsonaro satisface las aspiraciones
geopolíticas de Washington y revalorizará la agenda multilateral de Macri, que
enfrenta una compleja campaña electoral condicionada por la crisis económica de
la Argentina. Bolsonaro canceló la Conferencia del Clima en Brasil (será
organizada por Chile), anunció que se retirará de un acuerdo de inmigración
avalado por la ONU, cree que hay que achicar los niveles de inversión local de
China y ya exhibió una posición rampante respecto al gobierno venezolano: suspendió
la invitación que se había cursado a Maduro para que participara de sus
asunción presidencial.
Ante la debilidad institucional de Michel Temer –que ayer
entregó el poder a Bolsonaro-, Macri podía ejecutar una agenda multilateral que
era aceptada por todos los socios del Mercosur. Sólo Uruguay exhibía ciertas
diferencias –vinculadas a la negociación técnica con la Unión Europea y a la
posición del bloque respecto a Venezuela-, pero el presidente argentino en
términos conceptuales tenía consenso para presentar políticas comunes en todos
los foros internacionales. Así ocurrió en el G20 de Hamburgo y Buenos Aires, en
la cumbre de los BRICS, en la UE y en la Organización Mundial de Comercio
(OMC).
La asunción de Bolsonaro terminará con este protagonismo
internacional. Brasil es la potencia regional, Macri estará muy concentrado en
su posible reelección y Trump inclinará el peso de DC a las decisiones que se
asuman en el Palacio del Planalto. Esto no significa que el presidente
argentino pierda el respaldo de Trump, sino que ese respaldo quedará menguado
en comparación al empuje que recibirá Bolsonaro desde la Casa Blanca. Trump es
amigo de Macri y no lo va a soltar, pero en términos de poder mundial y
geopolítica, Bolsonaro es un socio estratégico para el nuevo orden global que
pretende construir el magnate inmobiliario.
En este contexto, Macri viajará a Brasilia el próximo 16 de
enero. Llegará al aeropuerto Juscelino Kubitschek acompañado por la mayoría de
su gabinete para demostrar que apuesta a la integración regional y a
profundizar la relación bilateral. Brasil es el principal socio de la
Argentina, y su crisis institucional afectó los niveles de empleo, producción y
exportación de la economía nacional. Es fácil de explicar: si Brasil crece,
Argentina también.
Macri batalló durante tres años para lograr un acuerdo entre
el Mercosur y la UE. Faltó muy poco, pero ahora todo se ha complicado. Hay
elecciones para el Parlamento Europeo y Bolsonaro quiere revisar todo lo que se
ha negociado hasta su llegada a la Presidencia. Entonces, la suma de estos dos
datos de la coyuntura regional y europea implicarán una nueva postergación en
la búsqueda de una formula común –política y técnica—que permita anunciar el
acuerdo histórico entre el Mercosur y la UE.
Asimismo, Bolsonaro pretende que el Mercosur sea más
flexible y que permita que cada uno de los socios –Argentina, Brasil, Paraguay
y Uruguay—pueda acordar tratados bilaterales sin que sea necesaria la
participación de los otros integrantes del bloque regional. Macri no descarta
la posibilidad de rediseñar la arquitectura legal del Mercosur, si ello sirve
para vincular a la región con todos los protagonistas del sistema
internacional.
"Vamos a escuchar, no creemos que haya una solución a
corto plazo", explicó un miembro clave del gobierno cuando Infobae
preguntó cómo se prepara Macri para abordar con Bolsonaro la crisis en Venezuela.
El presidente argentino siempre abogó por una salida institucional y pacífica,
y siempre rechazó los planes cocinados en el Pentágono y en el Ala Oeste de la
Casa Blanca que especulaban con un desembarco de los marines americanos.
Bolsonaro es un ex militar nacionalista que defiende a la
última dictadura brasileña y que comparte la mirada geopolítica de los halcones
de Trump. Cree ya que se perdió mucho tiempo en la táctica diplomática y que es
necesario diseñar otros mecanismos –más agresivos—para desplazar a Maduro.
Macri comparte que Maduro debe abandonar el poder, pero sólo respaldará una
transición democrática que evite la posibilidad de una guerra civil en
Venezuela.
Macri y Bolsonaro se encontraran en Brasilia para analizar
la integración bilateral, la arquitectura del Mercosur, el acuerdo con la Unión
Europea y la estabilidad de Maduro, entre otros temas claves para la región. Es
una agenda compleja que encuentra a los presidentes de Argentina y Brasil
frente a destinos disímiles. Macri busca su reelección en noviembre; Bolsonaro
aprender a gobernar una potencia en retroceso. Habrá sonrisas y abrazos.
Diplomacia y realpolitik en estado puro.
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