- 30 de enero de 2023

El salario promedio de los trabajadores formales con aportes a la Seguridad Social cayó 2,8% frente a la inflación el año pasado.
Para este año, analistas destacan que será fundamental
"cortar con la curva ascendente de los precios" y poner el foco en
las revisiones paritarias.
De acuerdo a los informes de la Remuneración Imponible
Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE) que realiza el Ministerio de
Trabajo, durante el 2022 el salario real de los trabajadores bajo relación de
dependencia cayó frente a la inflación. Según estos datos, los ingresos del
sector registrado presentaron un descenso real del 2,8% en el año y se ubicaron
un 2,1% por debajo de los niveles de diciembre de 2019. Así, no bastó con la
mejora que se observó en diciembre, cuando se registró una suba del 5,4% frente
a una inflación del mes del 5,1%.
RIPTE se define como la remuneración promedio sujeta a
aportes al Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) que perciben los
trabajadores que se encuentran bajo relación de dependencia y que fueron
declarados en forma continua durante los últimos 13 meses. Si bien “no refleja
necesariamente la evolución de los salarios del empleo registrado privado en
todo su conjunto”, tal como se refleja en el sitio del ministerio de Trabajo,
estos datos pueden servir para analizar los ingresos de al menos un sector de
los trabajadores registrados a la espera de otras cifras oficiales (por caso,
este martes el INDEC publicará el índice de salarios del mes de noviembre de
2022).
“En lo que va de esta administración, la caída promedio en
base al RIPTE es de 2,1%. Con lo cual, eso da la pauta que se explica en su
totalidad por la caída del año pasado. La aceleración de precios del 2022 borró
el pequeño avance que había tenido el poder de compra de los salarios
registrados”, analizó Sergio Chouza, director de la consultora Sarandí.
En ese escenario, al considerar los factores que incidieron
en una nueva caída del salario real, Luis Campos, coordinador del Observatorio
del Derecho Social de la CTA Autónoma, señaló a ámbito: “Lo que pasó en 2022 es
un fenómeno que se viene repitiendo hace unos años: la inflación no solo es
creciente, sino que termina siendo siempre más elevada que la que estaba prevista
a comienzo del año. Eso genera que las paritarias lleguen tarde. Cuando se mira
el RIPTE, se miran salarios registrados, que en su gran mayoría tiene
paritarias; esas paritarias van corriendo de atrás a la inflación. En 2022 fue
claro, se arrancó con acuerdos en torno al 40%, y después empezaron a aparecer
acuerdos del 70%. Para fin de año, hubo algunos acuerdos que superaron la
inflación”.
Si bien muchos acuerdos paritarios de distintas actividades
estuvieron por encima de la inflación acumulada durante el año pasado, varios
de ellos “todavía no se hicieron efectivos”. “Como Comercio, que revisó
paritarias a casi un 100%, pero la revisión se hace efectiva en el primer
trimestre de este año. No se traslada mecánicamente la negociación de las
paritarias al año calendario. Otro caso paradigmático fue Camioneros, que cerró
107%, pero gran parte se hace efectivo en 2023”, detalló Campos.
“Depende de cada actividad. Cada paritaria es un mundo.
Cuando se ve RIPTE se ve el promedio. La clave es que, al momento de negociar
el primer acuerdo, el porcentaje de inflación que tienen los sindicatos y los
empleadores , es un porcentaje que termina siendo muy inferior a la inflación
que finalmente cierra ese año. Eso hace que termines corriendo de atrás y que
gran parte de la recomposición la terminas teniendo el año siguiente”, remarcó
Campos.
Perspectivas 2023
En tanto, al referirse a lo que pueda ocurrir con los
salarios durante este año, considerando que desde el Gobierno buscan poner un
techo del 60% en las paritarias, Campos señaló: “Todos hablamos de un 60%, pero
no creo que los primeros acuerdos salariales terminen estando con un número en
torno a ese porcentaje, porque es lo que viene pasando todos los años. De
hecho, tanto los sindicatos como los empleadores, saben que ese acuerdo no es
definitivo. Lo que se juega ahí es cómo se distribuyen los acuerdos. Este año
va a depender qué pase con la inflación y cómo se de la dinámica de las
revisiones salariales. No va a ser tan definitorio lo que se negocie en el primer
tramo”.
Por su parte, Chouza analizó al respecto: “Creo que todo se
va a jugar en base a cómo dé la trayectoria inflacionaria de este año. Porque
se arrastra una inercia de paritarias, que viene viajando en la zona de entre
el 90% y el 100%, obviamente con mucha heterogeneidad por sectores de
actividad, pero que se fue ajustando, actualizando en función a las previsiones
de inflación del último trimestre del 2022. Es decir, tomando como
consideración la expectativa de inflación anual en la zona del 100% que dejó el
año pasado”.
“Por lo tanto, si hay una ruptura de la curva ascendente que
se verificó durante toda la segunda parte del año pasado, eso va a garantizar
una recuperación de los salarios. Obviamente, cuanto más desacelere la
inflación, más generosa va a ser esa recuperación de salarios”, remarcó el
director de la consultora Sarandí, quien agregó: “En cambio, si se vuelve a
tener inflación en la zona del 6%, anualizada en la zona del 100%, posiblemente
te mantengas en un efecto serrucho, con algún mes de recuperación y otro de
caída. El gran desafío del ministerio de Economía tiene que estar en dar estos
pasos consistentes en la baja de inflación”.
En tanto, según detalló Eugenio Marí, Economista Jefe de la
Fundación Libertad y Progreso, “el salario real argentino viene cayendo desde
hace una década”. “En términos reales, el RIPTE cayó 24% desde 2013 (máximo de
las últimas dos décadas). Por otro lado, si medimos el RIPTE en dólares, vemos
que en 2017 era u$s1.400 mientras que en diciembre de 2022 fue de u$s597. Este
proceso además se dio en medio de una precarización laboral de facto, ya que
mientras el empleo asalariado privado registrado se encuentra estancado, ha
subido significativamente el empleo informal o ‘en gris’”, detalló.
“Para este año no esperamos un cambio en esta tendencia. Los
salarios registrados podrían caer hasta un 5% real en promedio, aunque con
heterogeneidades entre los diferentes sectores. Se combinará un escenario de
aceleración inflacionaria (los precios crecerían 106% en 2023) con una
consolidación de la recesión. En total, esperamos que la actividad económica
anote caídas del orden del 3% anual en la segunda mitad del año, con su natural
efecto en el empleo y las remuneraciones”, subrayó Marí, quien concluyó:
"La recuperación del poder adquisitivo de las remuneraciones exige que la
economía y los trabajadores ganen productividad. Y esto solo es posible de mano
de un shock de inversión y de crecimiento. Algo que no ocurrirá si no se
realizan reformas estructurales sobre la economía argentina".
Fuente: ámbito
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